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sábado, 21 de mayo de 2016

EL SILBON (Mitos y Leyendas Del Llano)





Se dice que es el espanto de un hombre parrandero y mujeriego que murió solo y abandonado y busca la compañía de alguien que cabalgue a altas horas de la noche por los senderos de la llanura. Otros dicen que persigue a las mujeres en estado de embarazo. Emite un silbido largo y agudo espeluznante y que hace sentir un frío intenso, que congela.




HISTORIA


Se trata, según la leyenda, de un joven que asesinó a sus padres y está condenado a vagar eternamente con un saco lleno de los huesos de sus progenitores.


Tiene un silbido característico que se asemeja a las notas musicales do, re, mi, fa, sol, la, si, en ese mismo orden subiendo el tono hasta fa y luego bajando hasta la nota si. Se dice que cuando su silbido se escucha muy cerca no hay peligro, ya que el silbón está lejos, pero si se escucha lejos es porque está cerca. También se dice que escuchar su silbido es presagio de la propia muerte.



La leyenda del Silbón nació a mediados del siglo XIX y algunos estudiosos creen que era una forma de control social que la tradición creó para evitar las infidelidades de los hombres.


Dice la leyenda que El Silbón recorre la región llanera con un silbido que estremece al ser escuchado. Confunde, pues cuando se escucha cerca es porque está lejos, y viceversa.



La señal confirmatoria de que el espíritu ronda el vecindario es un característico ruido de huesos que chocan unos con otros.


Se cree que los lleva en un saco, al hombro. Unos piensan que son los huesos de sus víctimas más recientes; otros, que pertenecen a su propio padre.


Para cuando se alcanza a oír el “crac-crac”, sin embargo, tal vez es demasiado tarde.



Cuentan que hubo una vez un joven que descubrió que algo extraño estaba pasando entre su padre y su esposa.


Unos dicen que el viejo le pegó a la joven. Otros sostienen que la violó.
“Lo hice porque es una regalada”, fue la explicación que el viejo dio a su hijo.
La leyenda sigue con que el joven estalló en furia, y se enfrascó en una pelea a muerte con su padre.


De los dos, el padre llevó la peor parte. El joven le asestó un fuerte golpe en la cabeza con un palo, que lo tumbó en el suelo, donde el hijo se le abalanzó y lo ahorcó.



El abuelo del joven, que escuchó de la pelea, fue en busca de la víctima, a todos los efectos, su hijo. El abuelo juró castigar al joven, su propia carne y sangre, por el horrendo crimen que había cometido… contra su propia carne y sangre.



Poco tardó en encontrarlo. Entonces lo amarró y le propinó una andanada de latigazos con un “mandador de pescuezo”, típico del llano.



“Eso no se le hace a su padre…Maldito eres, pa´ toa´ la vida”, le decía.
Para completar la sanción, le frotó ají picante en las heridas y echó al perro de nombre Turéco para que lo persiguiera. Hasta el fin de los tiempos le muerde los talones.






FUENTE: https://misleyenditas09.wordpress.com/el-silbon/

viernes, 13 de mayo de 2016

LA SAYONA (Mitos y Leyenda del Llano)



La Sayona se muestra como una mujer delgada, muy elegante y alta; dicen que puede medir tres metros, larga cabellera y largas uñas. Acostumbra a presentársele a los hombres enamorados y que le son infieles a sus esposas. La gente en común la considera como un símbolo castigador de la mala conducta de deslices amorosos.

Otras versiones cuentan que la intención de ésta ánima en pena es atraer a los hombres con dirección al cementerio, sin dejarse ver la cara... cuando le ven el rostro, se dan cuenta que es una calavera.

HISTORIA

Había una vez un par de ancianos que tenían solamente una hija, a la cual adoraban y se plegaban a sus más exigentes caprichos. Era una joven muy hermosa y se llamaba Sarona. A Sarona le gustaba ayudarle al cura en los quehaceres de la casa cural. Fue así como en cierta ocasión, la joven limpió la sacristía, la iglesia y terminó demasiado rápido, se puso a ver que podía hacer para matar el tiempo, pero no había nada más que hacer. De pronto Sarona se quedó viendo los hábitos ornamentales del cura que estaban colgados en un perchero, algo cruzó por su mente, una idea maléfica. -Voy a hacerle una travesura a este cura, se dijo. Buscó presurosa una tijera hasta que la encontró, cogió las prendas, se aplastó en el piso de la sacristía y comenzó a cortar en pedacitos todas aquellas prendas sagradas. La tarea la divertía a medida que miraba crecer el montón de retazos y más retacitos que al fin terminó soltando una risotada. Más tarde llegó el cura corriendo a celebrar la misa y cuando buscó sus prendas ornamentales, no podía dar crédito a lo que estaba viendo. Allí en el suelo y hechas pedacitos yacían sus ropas del santo oficio. El sacerdote montó en cólera y gritó preguntando:¿Quién ha hecho esto? -Yo, respondió la joven con una sonrisa retozándole en los labios. El sacerdote la interrogó de nuevo: -¿Y por qué ha hecho usted eso? -Simplemente porque me dio la gana, respondió ella, con una frescura intolerable que irritó demasiado al cura. El religioso hincó rodilla en tierra y la maldijo una y otra vez: -¡Eres un engendro demoníaco, eres un horror de mujer que asustas!, dijo el cura en sus últimas palabras contra la autora de aquella ofensa que consideraba imperdonable.



La linda joven salió de allí sintiendo que algo pesado se apoderaba de su cuerpo y de su alma y en efecto, estaba sufriendo una transformación. Empezaron a crecerle los dientes, las uñas de las manos y su lindo rostro se tornó apergaminado Los padres al verla quedaron espantados. Ella se escondió en su alcoba y no dejaba entrar a nadie, pero había algo impresionante que no podía calmar, un hambre desesperada por comer carne cruda, se comía las gallinas, los marranos, los perros, después las reses, los burros, los caballos, era insaciable noche y día. Así que por las noches salía de cacería y comenzó a devorar a las personas. Las gentes del pequeño caserío aterrorizadas se preguntaban, qué fiera sería aquella, porque Sarona se convertía en fiera, atacaba como un tigre, como un león, como un oso y en poco tiempo su pequeño vecindario desapareció, almorzándose al señor cura de último, después de haberse comido a sus padres y a sus hermanos, solamente faltaba uno que se encontraba ausente. Pero un día llegó el hermano y cuando miró a lo que supuestamente era su hermana Sarona, lanzó un grito con la palabra atragantada en la garganta que sonó algo así como: -¡Sayona...!.




-Si hermanito, respondió, te esperaba porque me estoy muriendo de hambre. El joven preguntó por sus padres, ella le respondió: -De ellos nada queda, solamente la calavera de mi papá que hace días me estoy royendo para no morirme de hambre, pero llegaste tu hermanito y tendré comida, primero me comeré tu caballo, luego tu serás mi sobremesa. El joven quedó paralizado de terror viendo como aquella mujer horrorosa se convertía en fiera. Lo agarró y lo metió en la alcoba que fuera de sus padres, donde habían huesos humanos por todas partes y le ordenó: -Coge la guitarra que está colgada en la pared, toca todo el tiempo mientras me como tu caballo, no pares de tocar para oírte y saber que estás ahí. Le puso un candado a la puerta y se dispuso a devorarse el noble bruto.



-¡Dios mío!, clamaba el joven, ¡ayúdame! Ella le gritaba, -¡Sigue tocando la guitarra hermanito, no pares de tocar! En esto salió un ratoncito por un hueco de la pared de la alcoba y le dijo al joven: -¡Corre buen hombre!, escapa rápido porque te comerá apenas acabe con el caballo. -¿Pero cómo puedo escapar, ratoncito querido? Dijo el joven, si dejo de la guitarra, ella entrará enseguida y acabará conmigo. -Yo tocaré la guitarra por ti, se ofreció el ratoncito. Por donde me viste salir, empuja con fuerza la pared y se abrirá un hueco por el cual puedes salir, eso sí, corre con todas tus fuerzas, escapa y corre sin parar.



Un momento después, el joven hermano de la Sayona iba corriendo por el campo, ella gritaba que tocara más fuerte que casi no lo oía, y era que el ratoncito se paseaba de punta a punta por el encordado de la guitarra arrancando con sus patitas una extraña melodía con un solo sonsonete, churrinnn, churrínnn... La Sayona se apresuraba y el ratoncito tocaba sin parar. Churrínnn, churrinnn, churrínn. Hasta que la Sayona no se aguantó y vino a la alcoba. Cuando abrió la puerta y miró al ratoncito corriendo sobre las cuerdas de la guitarra, ahí finalizó el primer concertista ratoniano que haya tenido historia en los llanos. Pero a la Sayona no se le iba ninguna presa, así corriera y se escondiera. Ella era un felino de larga carrera, de movimientos elásticos y persistentes. Entonces corrió siguiendo el rastro del fugitivo, hasta que lo encontró trepado en un árbol delgado pero muy encumbrado. Una vez localizada su presa, se tendió a descansar la llenura del banquete del caballo, aunque su apetito jamás se saciaba. -¡Baja de ahí hermanito!, le ordenó. ¡No, se negó el joven! -Baja, baja, porque si no bajas, yo te bajaré. -No bajaré fiera maldita, le dijo.




-Bueno, llegó tu hora. Y la Sayona usó sus largas uñas y sus largos y agudos dientes sobre el tronco del árbol hasta derribarlo y acabar con el único ser viviente de aquel pequeño vecindario. Cuentan que Sarona, después de haber devorado al último miembro de su familia, se echó a morir y murió lanzando alaridos de hambre. Tiempos después de su muerte, su esqueleto se irguió y salió a espantar a todos los borrachos que se quedan tomando hasta después de la media noche. Y dicen que al mirarla por la espalda, su belleza es cautivadora, es una beldad que hechiza a los hombres, es la belleza de la joven Sarona, a quien su hermano atragantado de horror la nombré Sayona.




FUENTES: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/modosycostumbres/cuatrocab/sayona.htm
                   http://www.musica-llanera.com/poemas-cuentos.php

miércoles, 4 de mayo de 2016

LA BOLA DE FUEGO (Mitos y Leyendas Del LLano)



Es una de las creencias más populares del llano y podría decirse que no existe un llanero que no haya escuchado hablar de ella.

Algunos habitantes y caminantes que se han tropezado con la bola de fuego tantas veces que ya no le tienen miedo. La bola de fuego es una luz que se desplaza a lo largo de la sabana, dando vueltas como si fuera una rueda. Cuando se ve cerca, fácilmente pueden distinguírsele los ojos, la boca y otras partes del cuerpo como si fuera un esqueleto humano.

Dicen que cuando aparece es necesario decirle groserías para que se aleje, de lo contrato se viene encima y quema. Diversas versiones se tejen sobre el origen de la bola de fuego. Unos dicen que se trata de un obispo que por haber pecado anda en pena, otros que fueron dos madres que se pelearon y se lanzaron maldiciones, o el espíritu de una mujer que fue mala hija; o simplemente se trata de espíritus errantes que deambulan en el llano.



PRIMERA VERSIÓN

Se cuenta que una madre desnaturalizada mató a su hijo con un hacha. Por este horrendo crimen. Dios la maldijo. -¡Maldita serás por siempre y tu corazón rodará por la tierra envuelto en llamas! Es por esto que en el llano vemos esa gran bola de fuego, saltando y saltando porque el corazón de aquella mujer palpita envuelto en llamas y se escucha su pum, pum, pum, mientras recorre las inmensidades de la llanura, buscando alivio para su castigo. Los viejos sabedores de este misterio, aconsejan maldecirla, porque si reza el infortunado a quien se le aparece, ella es capaz de saltarle sobre el caballo, o si anda a pie, lo puede aplastar. También recomiendan, tomar la soga y tirársela a ella, pues el espanto solo avanza hasta donde cae la soga.





SEGUNDA VERSION


En los Llanos de la Orinoquia es muy respetado el sacramento de apadrinar una criatura, los padrinos son los segundos padres y jamás este sacramento se puede empañar con nada pecaminoso. Es así como dos compadres jamás se pueden mirar con atracción sexual, si lo hacen, estarán condenados por siempre. Siguiendo la tradición religiosa, encontramos otra de las tantas versiones de la bola de fuego. Dicen que un compadre y una comadre se enamoraron perdidamente y que ese gran enamoramiento los perdió hasta caer en el acto sexual. Los dos enamorados estaban amándose en un rancho solitario en medio de la sabana y sucedió que de pronto se desató una tempestad seca, de esas en que las centellas parten a latigazos el cielo, una de las chispas eléctricas cayó sobre el rancho donde se encontraban los compadres en el momento más feliz de sus vidas. El rancho ardió como una tea y los amantes salieron abrazados y prendidos, incendiando los sabanales, luego se fueron encogiendo hasta quedar hechos una sola bola de fuego que jamás se apagará, porque no basta todo el fuego del mundo para limpiar aquel pecado.

 

Fuente: http://www.musica-llanera.com/poemas-cuentos.php
             http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/modosycostumbres/cuatrocab/bola.htm

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